miércoles, 27 de enero de 2010

Obras Imperiosas - Inundación de Sagua La Grande 1906

...continuación de la narración (in situ) de Alcover...

Dos son, por el momento, las más imperiosas obras que demanda Sagua. Tales, la recomposición de sus destruídas calles y el desagüe del río. De ambas voy a ocuparme seguidamente.

LAS CALLES

Las calles de Sagua, sin temor a caer en exageración, puede decirse que eran las mejores que había en Cuba, inclusive La Habana, salvo las asfaltadas. Así como suena, y no hay que sorprenderse ni tomarlo a broma. Era una pavimentación sólida y lisa que no solamente permitía un tránsito a pié y en coche fácil y cómodo, sino que no daba lugar a la formación de charqueros ni fangales durante la lluvia más torrencial y continuada, dándose por el contrario, el bonito espectáculo de aparecer secas pocos momentos después de cesar la caída de las aguas.


En este desagüe de las calles en que así sucedía, influía desde nuevo la existencia de cloacas. En las calles no compuestas y desprovistas de cloacas, la situación era y sigue siendo distinta, pues en tiempo de agua se formaban, y siguen formándose grandes fangueros . Pero el mal de esas calles íbalo arreglando el Ayuntamiento con la composición anual por tramos . Ultimamente se construyeron un tramo en la calle de Casariego y otro en la calle de Calixto García, vías en que el tránsito de carruajes era imposible.

Descompuestas en su totalidad las calles de Sagua, hasta el punto de ser casi imposible el tránsito de coches y demás vehículos, procede recomponerlas sin pérdida de tiempo. Pero ningún ayuntamiento tiene fondos propios para acometer de momento esa obra, que duraría muchos, pero muchísimos años, y esto ni puede ni debe quedar así. Hay que arreglarlas todas, en general, las llamadas compuestas y las no compuestas; pero hay que arreglarlas en seguida, sobre la marcha, sin perder tiempo. El deterioro sería mayor de dejarse en el triste estado en que se encuentra actualmente. Y hay que construir las cloacas en aquellas calles que no las tenga, para que el desagüe sea total, rápido y perfecto. La población, conseguida esta finalidad, se habrá higienizado de una manera asombrosa y plausible.

Pero, como antes dije, el Ayuntamiento de Sagua que es uno de los pocos que tienen sobrantes y acaso de los mejores, por no decir el mejor administrado en la Isla, no dispone de recursos suficientes para acometer una obra que representa sesenta años de labores e inversiones constantes. Y no estando en condiciones tales, procede que se le faciliten medios, ya autorizándolo para abrir un empréstito, ya dándole el Estado los recursos que se calculen necesarios.


DESAGÜE DE VILLA-ALEGRE

Sea en una u otra forma, lo que urge es que las calles se compongan todas, que las calles que hagan falta se construyan, y que, de una vez, se realice el desagüe de Villa-Alegre, expuesto a inundaciones- como esas que se quieren, desgraciadamente por error, confundir con las de Sagua en 1894 y 1906- que se repiten tres y más veces en el año (sin que) asombren a las naciones extranjeras ni se (comente en) el Congreso de la República.

Eete mencionando barrio de Villa-Alegre en Sagua, que, como queda indicado, se inunda con frecuente periocidad, cada vez que llueve tres o cuatro días consecutivos; ese barrio, en que están los talleres de la “Cuban Central” y otras importantes industrias y establecimientos públicos, es por sí solo, más grande y poblado que esos pueblecitos cuyas inundaciones lamentables por de contado, alarman tanto y tanto despiertan la atención general. ¿Se ha ocupado nadie, fuera de Sagua, de las inundaciones de Villa-Alegre? Lo probable será que no sea conocido ni el barrio y mucho menos sus frecuentes inundaciones. Aquí se hacen toda clase de esfuerzos por ir evitándolas poco a poco, sin que hasta la fecha esa calamidad se haya llevado a la prensa de La Habana, a la Cámaras, ni al Gobierno.


Hay cosas en los pueblos o en los municipios, mejor dicho, que son obras exclusivas de sus Ayuntamientos y del esfuerzo de sus vecinos. Mientras el Congreso de la República ha votado, por ejemplo, créditos para acueductos (que se han despachado a granel y de todos los precios), para rastros o mataderos, para composición de calles, para muelles, etc. Sagua La Grande, que ha sabido siempre sus deberes, se construyó su rastro, sus muelles y sus calles, sin que jamás apelara al favor de arriba.

Hoy las cosas han variado; una gran catástrofe, una fuerza mayor en forma de elemento devastador, ha convertido en pocas horas en ruinas, lo que era la admiración del visitante. Cuando tal cosa sucede, y cuando antes se fue pródigo con lo injustificado, ¿qué menos debe esperarse en estos instantes críticos sino que el Congreso y el Gobierno de la República acudan con manos abiertas en auxilio de la desventurada Villa de Sagua?.

Narrado por Antonio Miguel Alcover minutos tras minuto.
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1970 - 2010


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