jueves, 23 de diciembre de 2010

Inundación de Sitiecito , Sagua La Grande 1948

La inundación del 48 fue la última de las grandes crecidas del río que afectaron a Sagua La Grande. He aquí una ventada en el tiempo para ver a nuestro barrio sureño "Sitiecito" y como fue afectado.














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miércoles, 19 de mayo de 2010

Inundación de Sagua La Grande en 1906 ... continuación ...

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DOCUMENTOS
ALCALDIA MUNICIPAL DE SAGUA LA GRANDE
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SANIDAD
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Reunida la Junta Local de Sanidad y el Alcalde que suscribe, para tratar de medidas de urgencia en los actuales momentos, se acuerda:

Primero.- Pasar un telegrama al Jefe Superior de Sanidad en solicitud de recursos de todo género.

Segundo.- Organizar un servicio de transporte, de carácter obligatorio, para conducir fuera de la población, todas las inmundicias y basuras, que serán depositadas en la calle, préviamente por los vecinos, ayudados por la Brigada de Saneamiento, para su cremación.

Tercero.- Empezar esta limpieza y desinfección por los lugares que han servido de salvamento, así como por los almacenes y bodegas, prohibiendo se arroje nada al río.

Cuarto.- Adquirir de las farmacias, prévio recibo para su saldo ulterior, todo el material de desinfección, que se distribuirá al vencindario.

Quinto.- Recomendar a los vecinos hiervan préviamente el agua que han de beber, y si la necesidad les obligase a tomar el agua del río poder llenar el requisito anterior, se les recomienda la purifiquen, agitando dentro de ella breves momentos su cristal de alumbre, colándola enseguida; todo esto mientras se provéa a la población de agua potable.

Sexto.- Se depositará en la Casa Ayuntamiento el material de desinfección adquirido para que se distribuya al vecindario.

Séptimo.- También prestará servicio a las órdenes del Departamento de Sanidad, la Brigada de desinfección del mismo.

Sagua La Grande, 18 de Junio de 1906

El jefe de Sanidad, El Alcalde,
Eduardo F. Rodríguez Carlos Alfert
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jueves, 22 de abril de 2010

Continuación de la inundación de Sagua La Grande en 1906

Narrado por Antonio M. Alcover minuto tras minuto
durante los días 16 y 17 de Junio de 1906.

"ELOGIO DEL ALCALDE, GRATITUD DE SAGUA"

"De todo lo expuesto y de cuanto más se calla, pero que se vió, resulta que el Alcalde Municipal de Sagua La Grande, señor Carlos Alfert, hijo de esta Villa, ha demostrado en ocasión tan triste y suprema de prueba, que es digno del cargo que viene desempeñando con carácter de interino; y el pueblo sagüero, generoso y agradecido, tendrá que reconocer como buenos los importantes servicios que el señor Alfert ha prestado en su caráter de celosa autoridad, sin reservas mentales, sin reticencias, sin insidiosidades deshonestas, sin preocupaciones mezquinas, guiado solo por el cariño a su pueblo, al pueblo en que nació, y por sentimientos de humanidad."

"No quiero creer, ni mucho menos, que haya sido mi primera correspondencia acerca del triste suceso de Sagua, publicado con preferencia, digna también de gratitud, por El Mundo del día 21 de Junio que acaba de pasar, la que modo siquiera indirecto y moral pudiera haber ejercido alguna influencia ligera en el ánimo de los políticos que en La Habana están en condiciones de hacer mucho por la salvación de Sagua, ya que esa correspondencia, confeccionada con toda la conciencia del testigo y como complemento de la precursora información telegráfica, fue de las que, con todos los más espeluznantes antecedentes y detalles; dio a conocer en la Capital de la República y a la faz del país, la magnitud de la catástrofe, el sentir de este pueblo y la urgencia de las medidas que se demandan. "


"No quiero, no, creer-repito-que esos telegramas y esas correspondencias hubieran influído en nada; pero nadie negará que algunas indicaciones en ellas hecha, no parece que hayan sido inútiles. Los ofrecimientos cumplidos, del Senador Sr. Emilio Bacardí, y del Gobernador Civil General José B. Alemán, no se hicieron esperar, como tampoco las gestiones eficaces y activas de los Representantes Sres. Manuel Ajuria, Justo Carrillo, Rafael Martínez Ortiz, Marco A. Longa, José Luis Robau, Alejandro Neyra, y Antonio Torrado, a cuya acción común se debe el éxito tan lisonjero alcanzado de concedérsele a Sagua $ 100.000 sola para la reparación de los daños sufridos sin perjuicio de que se atienda con urgencia a la obra del río."

"Se comenta también con inequívocas muestras de gratitud, la excelente disposición en que se colocó, al decir de las informaciones que se reciben, el Honorable Presidente de la República Sr. Estrada Palma, así como sus Secretarios de Gobernación y Obras Públicas, generales Rius Rivera y Montalvo, respectivamente."

"Algunos elementos de esta sociedad, de todas las clases y matices políticos, movidos por un sentimiento de gratitud hacia el Gobierno central, hacia los Representantes y Senadores, hacia el General Alemán, hacia el Alcalde Municipal y, en una frase, hacia todos los que se portaron como buenos con motivo de esta catástrofe que acaba de pasar Sagua, se dispusieron a efectuar una manifestación de gracias; pero fue suspendida para evitar choques. Aquí nunca falta un perverso que dé al traste con toda idea noble. Las acciones generosas han de encontrar siempre en alguna alma mezquina, quien las tergiverse, las involucre, las falsée; nada se respeta ni en los grandes momentos. Y no es el pueblo el culpable; es que hay algo pernicioso que lo corroe."


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lunes, 19 de abril de 2010

Inundación del río Sagua La Grande en 1906

Continuación...


LA SEGURIDAD PUBLICA Y EL AGUA POTABLE

Acontecimiento narrado minuto tras minuto el 16 y 17 de Junio de 1906 por Antonio Miguel Alcover.


LA SEGURIDAD PUBLICA

Cubiertas las perentorias exigencias de la higienización y del hambre, se imponía que al propio tiempo fueran adoptadas medidas de orden público a fín de evitar los desmanes de los que dejándose guiar por instintos criminales y queriendo aprovecharse de las circunstancias anormales porque se atravesaba, intentara apoderarse de lo ajeno contra la voluntad de su dueño y a espaldas de este.


Verdaderamente que para los “cacos” los momentos no podían se más propicios. Muchos objetos y muebles estaban a la intemperie; no pocas viviendas ofrecían escasas seguridades en sus cierres; la oscuridad de la primera noche convidaba a la maldad ; la consternación era general; el temor de una “recidiva” que diría un galeno, tomaba cuerpo en la creencia del pueblo….. constituyendo todo esto un motivo bastante para la adopción de medidas de seguridad pública.

Y fuerza es confesar que tanto la guardia rural como la policía municipal, garantizaron la tranquilidad, sin que se tenga que registrar ningún caso digno de mención. Sagua, en ese momento, dio pruebas de moralidad.

AGUA POTABLE

Y entra ahora la cuarta cuestión de importancia que se presentó al Alcalde: el agua. El acueducto estaba interrumpido y no daba al consumo general el precioso líquido. Las aguas de los aljibes se habían confundido con las infectadas del río. No había pues, agua para apagar la sed y para las comidas, excepto en aquellas casas que salvaron la contenida en tanques.


El conflicto se presentaba en proporciones difíciles, pues aunque la empresa del ferrocarril puso a la disposición de la Alcaldía los carros tanques, que podían traer agua potable de donde la hubieray fuera fácil buscarla, ello, a mi entender no habría manera alguna resuelto el problema.

Pero la diligencia del administrador gerente del acueducto seño Gerardo J. Romero, salvó la situación y el pueblo de Sagua se vió pronto en disposición de aprovechar tan indispensable servicio. Plácemes merece el señor Romero y creo que oficialmente se le han rendido la más sinceras expresiones de agradecimiento.

Con muy buen juicio, después, el Alcalde ha ordenado que la bomba de incendios achicara los algibes y fueran limpiados.


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domingo, 4 de abril de 2010

Inundación del Sagua La Grande en 1906 ... continuación

Narrado minuto a minuto por Antonio Miguel Alcover (16 -17 de Junio de 1906)

EL HAMBRE

El hambre, por su parte, asomó su terrorífica faz a juzgar por los dichos y las apariencias.


De pensar es que quien no tenía mucha comida o con qué adquirirla después de la inundación, no andaría muy sobrante de alimentos antes de ella. Y si se tiene en cuenta que lo mismo en la obra oficial de la higienización, que en los trabajos particulares, la demanda de jornaleros fue grande, quizá eso sea un razonamiento de más para creer que hubimos de pasar aquí por una de esas ocasiones, por cierto no raras en la historia de la humanidad, en que es más lo que se finge o aparenta, que la realidad. Pero, dando por sentado que el hambre, como digo antes, asomó su terrorífica faz; lo cual, después de todo, no niego; quedó de hecho planteado el problema de la comida, y es una verdad que de boca en boca corrió la especie nada halagüeña de que el hambre empezaba a hacer presa entre las clases humildes y desheredadas de la fortuna.

En la misma mañana de 18, y ante el dicente, el Alcalde comisionó a los conocidos ciudadanos señores Teodoro Caraballo y José Gutierrez para que desempeñaran el laborioso encargo de distribuir carne, pan y víveres entre los pobres que demandaran ese auxilio. Los comisionados llenaron cumplidamente el cometido y el Alcalde pudo sentirse con justicia, satisfecho de su obra. Pero esta plausible iniciativa han tratado, aunque inútilmente, de desvirtuar. Los eternos desalmados que llevan sus mezquinas pasiones hasta el punto de valerse de las grandes desgracias que a todos por igual nos afligen, para atacar, para zaherir y para guiar por viciados caminos al pueblo.

El 24 de Septiembre de 1806, ese mismo pueblo, llenándose de civismo, en correcta y pacífica manifestación, recorrió las calles y se presentó antes los balcones del Ayuntamiento, con un estandarte en el que se leían estas palabras: “Higiene y Autoridad.” Tales cosas se pedían, y si se pedían fue porque no las habían.

El 1906, por fortuna, hubo higiene, autoridad, comida, altruismo, celo y amor. Ello es y debe ser un timbre de orgullo para la municipalidad sagüera actual.


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miércoles, 24 de marzo de 2010

Inundación del Sagua La Grande 1906 - Saneamiento

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Sagua La Grande, 2 de Junio de 1906
Señor Director de “El Mundo” –Habana

INFORMACION COMPLEMENTARIA

Como complemento de la información referente a la catástrofe que acaba de experimentar, una vez más, el ya sufrido pueblo de Sagua, cumple a mi deber hacer constar diversos extremos y circunstancias dependientes del importantímo cuan desgraciado suceso de la inundación, aún no recogidos para la Historia en estas columnas.

Si la crónica ha de ser metódica, y en mis cartas a El Mundo ya expuse, aunque a grande rasgos, los detalles del tremendo acontecimiento en sus momentos críticos; parece discreto ahora comenzas, a partir del punto y hora en que el mal terminó, la relación de los hechos subsiguientes.


Desde el instante en que se manifestó la paralización del crecimiento de las aguas a eso de las 12 de la noche del 16, hasta que se inició el descenso en la noche del 17, transcurrió un tiempo, si corto, suficiente para desesperar a un pueblo que se había visto, durante algunas horas de temores y de angustias, sitiado por la impetuosa corriente de un río desbordado. Y el decrecimiento fue lento, muy lento. Duró como veinte horas.

Cuando la Villa se vió libre de las aguas del río, entonces pudo observarse el cuadro triste de sus calles destruídas. Dentro de las casas, un fanguillo jabonoso y pestilente cubría muebles y pisos, predeterminando una epidemia. El ambiente saturado de humedad y de los malos olores que emanan de los cuerpos y materias orgánicas en estado de descomposición, completaba el cuadro desolador de la catástrofe.

Cuatro problemas de orden público, pues, y como consecuencia inmediata, se presentaron a la discreta solución de la primera autoridad municipal: la higienización, el hambre, la seguridad general y el agua potable.

EL SANEAMIENTO

La inundación dejó muchas suciedades y deterioró una gran cantidad de artículos y de objetos que quedaron reducidos a la condición de basuras, amén de las inmundicias que en las calles y casas formó para dejar así constituída una gran amenaza a la salud pública. El Alcalde Municipal de acuerdo con el distinguido Dr. E. F. Rodríguez, Jefe de Sanidad, y como hombre de ciencia y conciencia, orgullo legítimo de los sagüeros, dispuso sin pérdida de tiempo la formación de brigadas en las que prestaron servicio muy cerca de trescientos hombres, dándose en este caso el ejemplo cívico, que mucho enaltece al digno Alcalde Sr. Carlos Alfert, de no establecer preferencias enojosas e irritantes en la elección de individuos; que así es como lo hacen los que gozan del privilegio de tener sentimientos generosos y de justicia.


Esas brigadas, con rapidez asombrosa, realizaron el saneamiento de Sagua hasta donde era posible hacerlo. Ni un centavo vino de fuera para esa obra; este Ayuntamiento tenía sobrantes en sus arcas, y prévia la correspondiente autorización, de ellos se valió para hacer en seguida, y hacerlo bien, el trabajo que de haberse demorado en espera de recursos extraños, acaso habría sido de funestas consecuencias.

Nunca faltan descontentos y censuradores; pero esos critican por sistema o por despecho. No harían ellos más; acaso hicieran mucho menos.


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miércoles, 24 de febrero de 2010

El Puente y El Muelle , Inundación del Sagua La Grande en 1906

...continuación...
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EL PUENTE

Y ahora, tocados los dos extremos más sobresalientes del problema que Sagua ofrece para su resolución al Gobierno, pasemos a otras cuestiones de positiva importancia también. El puente y el muelle. Esas dos obras públicas han sido, la una muy azotada, presentando enormes desperfectos que serán costosos, y la otra totalmente destruída.

De la obra del puente no quiero ocuparme porque tengo para mí que será acometida a todo escape. Aquello ofrece un grandísimo peligro y no deja abandonada una obra nueva que acaba de costar como treinta y cinco mil pesos. La barandas de concreto que estaban en las entradas del puente, hay que reponerlas de nuevo y rellenar la profunda excavación que el agua hizo por el estribo de la parte del barrio de San Juán. La superestructura, por este extremo de San Juan, ha cedido en una pulgada y cuarto al empuje de la corriente, movimiento que prueba uno de los tornillos que sujeta la cabecera libre sustentada sobre los rolletes para las dilataciones del hierro. El deterioro sufrido por el puente puede calificarse de serio, y de seguro algunos miles de pesos costará volverlo a su antiguo estado.

EL MUELLE

El muelle es una obra de carácter municipal que, de dejarse a la solvencia del Ayuntamiento, acabará por volver a ser “alimento de la próxima creciente.” No se sabe ya cuantas veces el río ha convertido en juguete de sus furias al muelle municipal de Sagua. Cualquier avenida, por pequeña que sea, cubre el piso de esta obra pública; y cuando tiene tinglado, se lo lleva. ¿Es juicioso hacer lo mismo, gastar otra vez dinero en repetir la obra, para que tal sea su fín inprescindible? Nó. La rutina en este caso, más que majadería perniciosa, sería una obstinación estúpida.

El muelle, hecho ahora con recursos del estado, porque el Ayuntamiento ha gastado en sus distintas composiciones y reconstrucciones algunas decenas de miles de pesos, debe hacerse totalmente nuevo, a la altura de la calle de Colón, a cuyo nivel de seguro que no llegará el río y mucho menos si se llevan a cabo las obras que se demandan. La estacada puede ocupar todo el espacio que hoy cubre el muelle y también el espacio de la calle para atraque de carretones comprendido entre el muelle y el muro que demarca las calles de subida. La estacada puede asimismo ocupar todo el declive que forma la calle paralela al muelle que se comprende entre el muro que llaman del muelle y el que sirve de contén a la antiguamente denominada “Plaza de los alambres;” todo esto cubierto con tablones. Por las calles de E. J. Varona y Luis Mesa, procede construir nuevos muros laterales y hacer el relleno de piedra, llegando por ambas calles el muelle hasta la calle de Colón. Con un muelle así, que tenga además buenos yigres, en lugar de bueyes como hoy se estilan, y un gran tinglado o almacé de depósito, habrá resuelto Sagua y su comercio el problema de tener muelle para siempre sin temor a las crecientes.

Tales son las obras que, hoy por hoy, demanda la abatida Villa de Sagua La Grande.


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Narrado por Don Antonio Alcover minuto tras minuto
durante la gran inundación del Undoso en 1906
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miércoles, 10 de febrero de 2010

La obra del río (inundación de Sagua La Grande 1906)

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...Continuación de la narración de Alcover en 1906...

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La obra de incuestionable necesidad y urgencia, es la del desagüe del río. Esta es perentoria, inminente, urgentísima, palpitante. La vida de Sagua la demanda a gritos estentóreos. Encuéntrase hoy este pueblo en el estado de esos enfermos graves que requieren de la inmediata intervención quirúrgica; si así no se hace, muerenirremisiblemente. Si enseguida no se procede a estudiar el problema del desagüe y la obra no se acomete con decisión y prontitud, podremos decir que la República ha dictado su fallo inexorable:

“Delenda est Sagua”

Y destruída sea por el abandono en que se deja, a merced de la furia del río que la baña.

Federico M. Alcover, ingeniero civil, de la Escuela de troy (Albany, N.Y.) y tío del que suscribe, -fallecido el pasado año – era un conocedor inteligente de toda la comarca que riega el Sagua temible. Como cuarenta años hacía que venía midiendo terrenos por la jurisdicción y conocía el río al dedillo, como suele decirse. Muchas veces, sin que jamás lo hubiera visto variar de criterio, me dijo: - “No me diera Dios trabajo más difícil de vecer en la vida, que llevar a cabo esa obra que llaman tan romana, de poner el río en condiciones de que, por los siglos no ofrezca peligros para Sagua.”

Y el ingeniero Alcover decía: “hacer un desagüe por medio de una zanja o canal en Sitiecito o antes de llegar a esta Villa, buscando el consiguiente derrame de las aguas por un plano inclinado que las conduzca a la costa del Este; después, ahorrar millas entre Sagua y la boca del río, es decir, ofrecer rápida y franca salida, rompiendo los tornos y destruyendo las pasas. Si se quiere más, una zanja ancha entre el demolido ingenio “Pastora,” (situado a la derecha del río, entre Sagua y la desembocadura) y la playa del Uvero, en su mayor parte terreno cenagoso, y se habrá conseguido librar a Sagua de toda posibilidad de inundaciones.

Esa, u otra, es la obra que hay que realizar, cueste lo que cueste, porque así lo demanda uno de los pueblos más cultos, más conocidos, más bonitos y acaso el más castigado de Cuba.

No hay que pensar en canalización ni en cosa parecida. La importancia comercial de Sagua no es suficiente a demandar la inversión de una porción de millones de pesos, que a tanto ascendería la obra en que piensan muchos ilusos. Sublime sería que se hiciera; pero, gracias que conmovamos a nuestros legisladores a fin de que nos dediquen un millón para lo que necesitamos, o un poco más si fuese menester. Nada de más exigiríamos. En estos críticos momentos estamos viedo que solo para dar agua a Camagüey se concederán $ 600, 000 y por ahí otro tanto se concedió antes a Santiago de Cuba para obra análoga. Acaso el puerto de Cárdenas, sin resultado positivo alguno al fin, cueste al Tesoro nacional algunas millonadas y no costará menos el paseo del Malecón en esa Capital. En buena hora sea todo y para todos; pero de ahí que Sagua, en estos momentos necesita de mucho menos de lo que suman esos beneficios citados. No es cuerdo,ni legítimo, ni patriótico discutirle el derecho a la vida y la tranquilidad a un pueblo que honra como tal, desde el punto de vista urbano y del comercial, a la nación cubana.



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... Narrado minuto a minuto por Don Antonio Alcover durante la inundación de Sagua la Grande el 16 y 17 de Junio de 1906...
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miércoles, 27 de enero de 2010

Obras Imperiosas - Inundación de Sagua La Grande 1906

...continuación de la narración (in situ) de Alcover...

Dos son, por el momento, las más imperiosas obras que demanda Sagua. Tales, la recomposición de sus destruídas calles y el desagüe del río. De ambas voy a ocuparme seguidamente.

LAS CALLES

Las calles de Sagua, sin temor a caer en exageración, puede decirse que eran las mejores que había en Cuba, inclusive La Habana, salvo las asfaltadas. Así como suena, y no hay que sorprenderse ni tomarlo a broma. Era una pavimentación sólida y lisa que no solamente permitía un tránsito a pié y en coche fácil y cómodo, sino que no daba lugar a la formación de charqueros ni fangales durante la lluvia más torrencial y continuada, dándose por el contrario, el bonito espectáculo de aparecer secas pocos momentos después de cesar la caída de las aguas.


En este desagüe de las calles en que así sucedía, influía desde nuevo la existencia de cloacas. En las calles no compuestas y desprovistas de cloacas, la situación era y sigue siendo distinta, pues en tiempo de agua se formaban, y siguen formándose grandes fangueros . Pero el mal de esas calles íbalo arreglando el Ayuntamiento con la composición anual por tramos . Ultimamente se construyeron un tramo en la calle de Casariego y otro en la calle de Calixto García, vías en que el tránsito de carruajes era imposible.

Descompuestas en su totalidad las calles de Sagua, hasta el punto de ser casi imposible el tránsito de coches y demás vehículos, procede recomponerlas sin pérdida de tiempo. Pero ningún ayuntamiento tiene fondos propios para acometer de momento esa obra, que duraría muchos, pero muchísimos años, y esto ni puede ni debe quedar así. Hay que arreglarlas todas, en general, las llamadas compuestas y las no compuestas; pero hay que arreglarlas en seguida, sobre la marcha, sin perder tiempo. El deterioro sería mayor de dejarse en el triste estado en que se encuentra actualmente. Y hay que construir las cloacas en aquellas calles que no las tenga, para que el desagüe sea total, rápido y perfecto. La población, conseguida esta finalidad, se habrá higienizado de una manera asombrosa y plausible.

Pero, como antes dije, el Ayuntamiento de Sagua que es uno de los pocos que tienen sobrantes y acaso de los mejores, por no decir el mejor administrado en la Isla, no dispone de recursos suficientes para acometer una obra que representa sesenta años de labores e inversiones constantes. Y no estando en condiciones tales, procede que se le faciliten medios, ya autorizándolo para abrir un empréstito, ya dándole el Estado los recursos que se calculen necesarios.


DESAGÜE DE VILLA-ALEGRE

Sea en una u otra forma, lo que urge es que las calles se compongan todas, que las calles que hagan falta se construyan, y que, de una vez, se realice el desagüe de Villa-Alegre, expuesto a inundaciones- como esas que se quieren, desgraciadamente por error, confundir con las de Sagua en 1894 y 1906- que se repiten tres y más veces en el año (sin que) asombren a las naciones extranjeras ni se (comente en) el Congreso de la República.

Eete mencionando barrio de Villa-Alegre en Sagua, que, como queda indicado, se inunda con frecuente periocidad, cada vez que llueve tres o cuatro días consecutivos; ese barrio, en que están los talleres de la “Cuban Central” y otras importantes industrias y establecimientos públicos, es por sí solo, más grande y poblado que esos pueblecitos cuyas inundaciones lamentables por de contado, alarman tanto y tanto despiertan la atención general. ¿Se ha ocupado nadie, fuera de Sagua, de las inundaciones de Villa-Alegre? Lo probable será que no sea conocido ni el barrio y mucho menos sus frecuentes inundaciones. Aquí se hacen toda clase de esfuerzos por ir evitándolas poco a poco, sin que hasta la fecha esa calamidad se haya llevado a la prensa de La Habana, a la Cámaras, ni al Gobierno.


Hay cosas en los pueblos o en los municipios, mejor dicho, que son obras exclusivas de sus Ayuntamientos y del esfuerzo de sus vecinos. Mientras el Congreso de la República ha votado, por ejemplo, créditos para acueductos (que se han despachado a granel y de todos los precios), para rastros o mataderos, para composición de calles, para muelles, etc. Sagua La Grande, que ha sabido siempre sus deberes, se construyó su rastro, sus muelles y sus calles, sin que jamás apelara al favor de arriba.

Hoy las cosas han variado; una gran catástrofe, una fuerza mayor en forma de elemento devastador, ha convertido en pocas horas en ruinas, lo que era la admiración del visitante. Cuando tal cosa sucede, y cuando antes se fue pródigo con lo injustificado, ¿qué menos debe esperarse en estos instantes críticos sino que el Congreso y el Gobierno de la República acudan con manos abiertas en auxilio de la desventurada Villa de Sagua?.

Narrado por Antonio Miguel Alcover minutos tras minuto.
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miércoles, 20 de enero de 2010

Inundación de 1906, Desaliento del Pueblo / Sagua La Grande

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DESALIENTO DE UN PUEBLO

Continuación de la narración de Alcover hora tras hora...
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"Al día siguiente de la inundación, la prensa de La Habana llegada a Sagua, dada cuenta en sus columnas, bajo el rubro común de “Las inundaciones de la Isla.” De todas aquellas otras calmidades de esa índole acaecidas por estos días en los distintos poblados del territorio cubano.

"De Sagua que acaba de sufrir imcomparable golpe por la mano despiadada de la naturaleza, ni una palabra se ha encontrado en estos grandes rotativos. El caso, raro para las gentes que no tienen paciencia, explicado está, sin embargo, en la circunstancia de la incomunicación en que estuvimos y en las dificultades mismas con que, después, ha tropezado la comunicación. Las informaciones llegaron algo retrasadas a La Habana, y por consiguiente, la prensa de esa capital no pudo ocuparse de la catástrofe de Sagua con la oportunidad que todos quisieran."

"Pues bien: esta pequeña e involuntaria demora, fue calificada por el pueblo de Sagua como de indiferencia por parte de La Habana ante la gravedad del mal aquí ocurrido; y no solamente a lo dicho se concretó el descontento, desde luego infundado por ese lado, sino que entró un gran desaliento, desaliento que aún reina, porque se ha visto con pesar profundo que tanto por la prensa como por el Gobierno, se han dado las mismas proporciones a unas inundaciones que a otras, siendo así que nada hay más erróneo que confundirlas como idétincas calamidades solo diferenciadas en las proporciones."

"El pueblo de Sagua desconfía de su salvación, y desconfía por esa apreciación que acabo de exponer. Ve o quiere ver que con Sagua no hay distinción, y prepara el petate. No piensa más que en abandonar la Villa."

"Poco costoso, por ejemplo, sería que el Roque, el Aguacate, el perico, San Nicolás y otros sitios, mudaran de asiento levantado sus respectivos caseríos. Sus casas, casi todas de madera y pequeñas, podrían trasladarse a otra situación más elevada y conocida ya como libre de las aguas, pero Sagua …… Sagua no puede mudarse como la loma de Rodas, Sagua acabará por despoblarse: los comerciantes e industriales irán liquidando paulatinamente o vendiendo por una bicoca, para retirarse a otros puntos; los propietarios verán si pueden traspasar sus fincas a otras manos, a cualquier precio; los compradores de gangas no abundarán, porque la despoblación misma hará que falten inquilinos y que los alquileres sean muy bajos. "


"El miedo de morir ahogados o por el desplome de un edificio; el temor de perder los capitales invertidos y la ansiedad latente ante la amenaza de un enemigo tan permanente, acabarán con la vida de Sagua, y este será un pueblo ruinoso, pobre y desprovisto de sus alicientes, de sus atractivos de ayer, y aún de hoy."

"Urge, por consiguiente, y de urgencia es vital, que se ateje el desarrollo del malestar general que impera. No se oye más que hablar de cambios de residencia, de liquidaciones de cierre. Cese esa natural desconfianza; pero cese por la actividad y buen deseo que demuestre el Gobierno. "


"Si los vecinos, los comerciantes, los industriales y los propietarios ven que las obras del río comienzan; renacerá la confianza y lejos de decrecer Sagua, aumentará, pues esas obras de salvación redundarán por descontado, en bien del comercio mismo y de la navegación fluvial que tomarán grande incremento; esto aparte de que el numeroso contingente obrero empleado en las obras, dará vida , con la inversión de sus jornales en la compra de artículos de primera necesidad y de otras clases, al movimiento mercantil de la plaza."


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martes, 5 de enero de 2010

Inundación 1906, pérdidas y conformidad

...continuación de la narración de Alcover en 1906...

LAS PERDIDAS

"La pérdidas, digan lo que quieran algunos comerciantes de La Habana, que no quieren ver aquello que no les conviene ver, son de consideración, pues si bien es cierto, muchos tuvieron lugar y elementos para poner a salvo la mayor parte o totalidad de sus existencias, eso no excluye la razón de la desgracia tenida por otros, ni nadie es capaz de desmentir que el mismo movimiento violento practicado dentro de cada casa no equivalga a un trastorno perjudicial a los intereses del comercio, paralizado, entorpecido en su marcha y sufriendo, por tanto, positiva merma, como consecuencia natural de la catástrofe. "

"Aquí, en Sagua, los establecimientos mercantiles no son esas tiendas mixtas que caracterizan el comercio de las poblaciones de campo; especies de casas de madera, de bajo puntal y soportales con piso de tierra, en donde el campesino amarra su cabalgadura y en cuyo interior, detrás de un largo mostrador la bodega se confunden con la perfumería y puede el marchante, por consiguiente ¡ proveerse en ellas de víveres, ferretería, loza, quincalle, ropa, sedería, sombreros, zapatos, etc, etc. "

"No se equivoquen de manera lamentable los que crean de igual corte a los establecimientos de Sagua. Tan bien montados como los de cada giro en La Habana, algunos son lujosos y elegantes. Pues bien: esos establecimientos aparecen hoy destartalados y sus mostradores y aparadores descoloridos y deformes por la acción del agua. En los almacenes, la obra del salvamento fue más dificultosa, y claro está, que también han perdido. Pero, en donde más se ha hecho notable la obra del aluvión, ha sido en las industrias. La fábrica de chocolates “La Flor Cubana” de Urroz y Oyarzum; la fundición y taller de maquinaria “Sagua”, arrendada por José Gutiérrez; la fábrica de hielo “La Tropical” de lso Sres Arronte y Hnos; el taller de aserrar maderas y calera, de Valentín Arenas; los talleres de “The Cuban Central Railways Lt”, el alambique “El Infierno” de los señores José M. Beguiristain, S. en C. , etc, etc., han sufrido de una manera tan atroz que si el mal no se remedia, acaso se tenga que dar por fenecida alguna de las industrias. "

"El número de casas arancadas, destruídas o averiadas, es también regular, sin contar que, no obstante haberse salvado muchos mobiliarios de casas particulares, no han dejado de ser de consideración las averías. Tiempo hubo para salvarlo todo y censuras merecen muchos que no tienen justificación para su abandono; pero, séase por apatía, por confianza, por despreocupación o por incredulidad, grandes desperfectos ha ocasionado de todas maneras en las residencias familiares, la tremenda inundación. "


CONFORMIDAD CONDICIONAL

"Dice el refrán que “no hay mal que por bien no venga,” y sí la catástrofe que acaba de sufrirse ha de ser para mejorar las condiciones de Sagua, démosla por bienvenida entonces. Los momentos de anciedad, el martirio, las desazones, las angustias, los instantes de terror, las pérdidas, las consecuencias inmediatas, y en una frase, la gravedad del cataclismo, aceptémoslo todo como cosa sin remedio y oportuna, con tal de, al fin, la obra suspirada del arreglo del río, venga enseguida y la composición y desagüe total de las calles de Sagua, sean un hecho consumado, por cuyo importante motivo se de ocupación a los miles de obreros que han dejado de tener trabajo en los campos por la terminación de la zafra. "

"En mi correspondencia anterior abordé la cuestión de apreciación entre las distintas inundaciones de Cuba, con el objetivo de evitar que, por confusión de los términos del problema general de Cuba, se tomara como igualmente primordial una que otra en lo que toca a la urgente necesidad de acometer en la Isla obras de defensa y de salvación. No creo que pueda haber duda en conceder la primacia a Sagua, pues ni los arroyos y pequeños ríos que causan las simultáneas inundaciones por otros puntos pueden, ninguno, compararse con el largo y caudaloso río Sagua La Grande, el segundo de la Isla, ni los intereses de los pueblecitos inundados son comparables a los arraigados en la plaza mercantil de Sagua; ni el número de habitantes y de propiedades es superado al que, como razón de gran peso, presenta sobre los demás a la consideración de los legisladores y del Gobierno, la Villa del Undoso. No es, pues, un egoísmo mal entendido que todo lo pidamos para acá, dejando en abandono y desamparo a los que piden con justicia iguales beneficios; es que la razón natural abona, como primordial, la causa de Sagua."


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viernes, 1 de enero de 2010

Inundación del río Sagua en1906...continuación

Continuación de la narración "in situ" de Don Antonio Miguel Alcover (16 y 17 de Junio de 1906)

EL PROBLEMA SUPREMO

El problema supremo que el Gobierno tiene ante la vista, no es ni puede ser otro que el de salvar a la Villa de Sagua La Grande, de futuras inundaciones.

Y como quiera que en otros parajes y lugares del territorio nacional han ocurrido al propio tiempo inundaciones causadas por el desbordamiento de riachuelos, arroyos y cañadas, como consecuencia del generalizado temporal de aguas, bueno es que haga sobre este aspecto de los acontecimientos una pequeña digresión con el fin de evitar confusiones que no deben existir.

Llaman también la atención de todos las inundaciones del Roque y del Aguacate y de otros pueblos más o menos agrícolas. Pues bien, empecemos por convenir en que dignos son sus pobladores de los mismos privilegios de salvación que para Sagua pedimos los que aquí vivimos; pero ni el Roque, ni el Aguacate; ni el Aguacate, ni el Roque, son Sagua la Grande, ni se encuentran en las particulares condiciones de la Villa del Undoso. Y voy a entrar en explicaciones.

Sagua La Grande es sin disputa, una de las poblaciones más importantes, ricas, comerciales y cultas de Cuba. Su urbanización y sus otras muchas circunstancias de ciudad, la colocan con legitimidad en el concierto de las poblaciones importantes del país y acaso de América. Hay aquí un constante y fuerte comercio de importación y exportación; grandes fábricas industriales; talleres inmensos que dan trabajo a un numeroso pueblo obrero; muchos capitales invertidos; empresas que necesitan garantías; como dos mil fincas urbanas entre las cuales pueden contarse magníficos y valiosos edificios públicos y particulares; muchas casas de comercio en las cuales tienen depositados cuantiosos intereses otras del extranjero y de plazas fuertes como La Habana.

Hay una población regulada con la existencia proporcional de clases sociales y profesionales. En la escala relativa cuenta Sagua La Grande con los centros e instituciones que dan carácter a las formaciones urbanas que merecen el título de ciudad. Los intereses que representa dentro del casco urbano, sin tener en cuenta lo rústico, ascienden en su totalidad a algunos millones de pesos y, por último, para no cansar al lector con la exposición de circunstancias, congréganse aquí el recinto urbano y en forma de vecindario, muy cerca de 20 000 almas.

¿Puede considerarse lo mismo el Roque? ¿Llega a esta altura el Aguacate? Nó. Merecen sí, tanto el Roque como el Aguacate, como todo pueblo cualquiera, que no se les relegue al abandono, por el hecho de que sean pueblos pequeños cuya vitalidad solo dependa de la vida agrícola de sus contornos. Deber de los gobiernos es mirar por la salud y por los intereses de esos habitantes, tan dignos como los de los grandes centros y por tanto derecho como el que más. Pero, no será dificil convenir en que allí en donde el peligro es mayor, y los daños son más grandes, y más pobladores lo exigen, y los intereses son más firmes y arraigados ; allí hay que llevar primero la acción eficaz del poder.

Pero hay más argumentos todavía que abonan la prioridad de Sagua para que el Gobierno se ocupe con preferencia de la suerte de este pueblo. El segundo río de Cuba, por su extensión y por su caudal, es el río Sagua La Grande, que nace en la Sierra del Escambray, y en su curso de 35 leguas recoge las aguas de varios afluentes, pero particularmente de dos que por sí solos son tan caudalosos como un río cualquiera de los muchos tenidos por importantes en el sistema
hidrográfico de Cubay desembocan en el mar. Lo que ocurre desgraciadamente en el Roque y en el Aguacate, y en Jagüey Grande, y en San Nicolás, son verdaderas inundaciones, desde luego perjudiciales y trastornadoras. Pero eso no es lo que en Sagua pasa. Aquí está el punto de confusión y el que es preciso a todo trance distinguir.

En Sagua, cuando su río se sale de cause, hay un cataclismo en toda forma y con todas sus terribles consecuencias. El inmensísimo caudal de aguas que recoge en las treinta y cinco leguas de su curso, a manera de aluvión terrible, se abalanza sobre la población en forma de torrente impetuoso y horrible que arranca casas enteras y es capaz de ejercer su prepotentísima fuerza sobre un puente de hierro de ciento ochenta toneladas de peso y que presenta pocas superficies de resistencia al empuje vertiginoso de las aguas. Cada calle de la población es un torrente prodigioso y aterrador. Esto, en que Sagua se vió en el primer tercio del siglo pasado; que se repitió con espanto y desolación el 24 de Septiembre de 1894 y que ahora, en los días tristísimos y fatídicos del 16 y el 17 de Junio se presenció de nuevo no es una simple inundación con sus lamentables consecuencias. Nó. Es la sentencia de muerte de un pueblo grande, rico, próspero, comercial, industrial, agrícola y que ya tiene caracteres propios en el concierto de los pueblos del Mundo.

Urge e interesa, pues que no se confundan los términos del problema general de desagüe y salvación de pueblos , que el gobierno tiene sobre el tapete, o que, si no lo tiene todavía, debe ponerlo sin pérdida de tiempo, Sagua La Grande es, como antes dije, una población de las más importantes y cultas de la República. Sagua La Grande, aun suponiendo que es diez leguas de circunferencia no tuviera un solo sitio de labor, una mísera huerta, vivirá siempre sin esas fuentes agrícolas de riqueza; y vivirá, digo, porque es plaza comercial con vida propia, porque es un centro de transacciones; porque es un mercado consumidor y abastecedor; porque es un puerto para las facilidades civilizantes del tráfico internacional.

Pero Sagua La Grande no podrá vivir; los capitales se retraerán mucho; sus habitantes que puedan cambiarán la residencia a otros puntos; la despoblación será inminente y la propiedad se srruinará, si el Gobierno – el Congreso y el Ejecutivo – no procuran dar el valor genuíno que tiene al problema capitalísimo de la salvación que se impetra e invierte aquí los dineros que sean menester hasta lograr que el río deje de ser una amenaza, como no lo es el Sena para París, el Danubio para Budapest, el Támesi para Londres, el Tiber para Roma, el Guadalquivir para Sevilla, y en una frase, como no lo son todos los ríos para todas las ciudades en que los Gobiernos respectivos hayan sabido defender y salvar la salud y los intereses de sus administrados.

La intranquilidad y la desconfianza, toman cuerpo. Por doquiera se oye decir de familias que emigran, de casas comerciales que entran en el período de liquidación. Yo sé de una casa de comercio por la que se ofrecían días antes de la catástrofe siete mil pesos, y el dueño hoy la da en tres mil con tal de poder marcharse de Sagua. Esto es horrible y desconsolador, y es tanto más repugnante el tener que decirlo y que en efecto se vea suceder, cuando nos damos cuenta de que el Tesoro Nacional al decir de los balances que la Secretaría de Hacienda publica periódicamente, se encuentra repleto de oro. No se deje perecer a un pueblo por la tonta vanidad de presentar ante el mundo exterior unas arcas repletas.

Pero todavía hay más recriminaciones, si cabe justificadas y que andan de boca en boca. El pueblo; y en ese concepto entiéndase que no comprendo, al uso de los politiquillos y politicastros, a la masa ignora que se lleva y trae cual manada de corderos para fines puramente egoístas y bastardos, sino al conjunto de los distintos elementos que constituyen una sociedad humana; el pueblo, repito, en sus expresiones individuales y colectivas más caracterizadas, es decir, del capital, del trabajo y del talento, hoy piensa unicamente en la necesidad de que el Gobierno no haga con Sagua lo que ha hecho con la Vuelta Abajo con motivo de la pérdida de la cosecha de tabaco. Ese pueblo observa que en las Cámaras se votan créditos fabulosos para acueductos en ciudades favorecidas por la diligencia y trastienda de sus políticos representantes, siendo así que se trata de obras de carácter municipal; que se conceden créditos inmensos para tal o cual edificio público, también en poblaciones privilegiadas con hijos que forman parte del grupo afortunado de los que dirigen la cosa pública; vé ese pueblo que no pasa una semana sin que a fulanito, a mengano, o a esperancejo se le den 5 ó 10 ó 20 ó 100 mil pesos para que los invierta en lo que le de la gana y sin que preocupe el hecho de que haya cobrado ya antes sus servicios con creces, o de que la misma circunstancia que le abona el favor recibido, la tengan muchos otros en escala más humilde. "Hay dinero para todo esto – dice el pueblo –pero falta siempre o se escatima cuando se trata de las grandes calamidades." Y hétenos con que se empieza a desconfiar de la acción del Gobierno, al que se acusa de apático y de indiferente antes los grandes males del país. Y creo en verdad que fundándose el pueblo en las enseñanzas de la historia, no va descaminado. Al siguiente día de la horrorosa inundación de 1894, el Gobierno de madrid puso a la disposición del de Cuba para atender a las primeras necesidades, la suma de $ 50 000; y los recursos de toda índole y de todas partes, llovían. Pues bien; el pueblo de Sagua La Grande no ha visto todavía al Gobierno de la República actuando.

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Sagua La Grande, 22 de Junio de 1906.

Señor Director de "El Mundo" – Habana.

La inundación ha sido suficiente a producir pavor en el ánimo más templado y lo bastante arrolladora para causar los mayores estragos; pero si valor hubo para soportar con estóica abnegación la acometida furiosa del desencadenado elemento, y las medidas que con prelación se adoptaron hicieron menos sensibles las pérdidas generales, eelo ni con mucho quiere decir que se abandone el problema capital e ineludible de hacer, sobre la marcha, los estadios y obras consiguientes a evitar futuras hecatombes.

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